1. Conocimientos técnicos: Debe tener un sólido entendimiento de la biología, química, y ciencias del suelo, así como de las técnicas de cultivo y manejo de cultivos.

2. Habilidades analíticas: Capacidad para analizar datos y realizar investigaciones para resolver problemas relacionados con la producción agrícola.

3. Conocimientos en tecnología: Familiaridad con herramientas y tecnologías modernas, como sistemas de información geográfica (SIG), drones y software de gestión agrícola.

4. Capacidad de trabajo en equipo: Habilidad para colaborar con otros profesionales, como agrónomos, biólogos, y técnicos, así como con agricultores y productores.

5. Comunicación efectiva: Capacidad para transmitir información técnica de manera clara y comprensible, tanto de forma escrita como verbal.

6. Adaptabilidad: Flexibilidad para adaptarse a cambios en el entorno agrícola, como nuevas regulaciones, tecnologías o condiciones climáticas.

7. Compromiso con la sostenibilidad: Interés en prácticas agrícolas sostenibles y en la conservación de recursos naturales.

8. Habilidades de gestión: Capacidad para planificar y gestionar proyectos, así como para manejar presupuestos y recursos.

9. Pasión por la agricultura: Un genuino interés por el campo y la producción de alimentos, lo que puede motivar a buscar soluciones innovadoras.

10. Resolución de problemas: Habilidad para identificar problemas y desarrollar soluciones efectivas en situaciones desafiantes.